jueves, 28 de mayo de 2009

Leopardi en ABC



Inés Martín Rodrigo, responsable de cultura de ABC.es reseña esta semana el Diario del primer amor de Leopardi en la sección de Libros de Vino y Rosas:

«Los síntomas son claros y universales. Angustia, asfixia, intranquilidad, ansiedad, estremecimiento, inseguridad, melancolía, descontento, inquietud, nostalgia, insatisfacción, aturdimiento… y una profunda e intensa dulzura compartida ante el sentimiento más maravilloso e incontrolable, indefinible por definición, de todos cuantos pueden experimentarse en vida (y muerte). Ah, el amor, ese ingrato duendecillo de tamaño tan inconmensurable como invisible. Llega, te da la vuelta al mundo en 80 besos, abrazos y hasta algún que otro pescozón, y se marcha por el mismo reguero de sentimientos por donde llegó. O puede que se quede para siempre, depende de la (inútil) creencia del protagonista de la historia.


Una historia que en Diario del primer amor (Errata naturae) vive intensa y dolorosamente su autor, Giacomo Leopardi, una de las figuras más notables de la literatura mundial y por ende (no Michael, pues esa historia sería interminable) el mayor poeta italiano del (no tan) lejano siglo XIX. Cualidades todas ellas que pasan a mejor vida en las estanterías de la historia cuando se trata de sentimientos, los faros que guían la acción de este tratado del (des)amor, y que quedan en un segundo plano cualitativo al experimentar el dolor que corre por la venas de Leopardi, enamorado hasta el tuétano corrosivo de «una dama de Pessaro», Gertrude Cassi, ni más ni menos (algo más que menos) que la prima de su padre y, por tanto, inalcanzable e imposible como sólo los grandes amores pueden ser.

El que avisa...

Ya lo avisa en el prólogo Rafael Argullol: «Franco, meticuloso, despiadado incluso, Leopardi utiliza la memoria propia para ahondar en su indagación de la existencia». Y es que nos encontramos ante un precoz narrador del sufrimiento humano, convertido aquí en el espejo de su propio reflejo. Un reflejo que se vuelve contra el mismo autor como si de un boomerang sentimental se tratase para explicar su proceso de enamoramiento e (i)rracional asimilación de la imposibilidad del mismo. No por ello se muestra el autor desgraciado, sino que su impulsivo sentimiento le lleva a tratar de entender el atolondrado cúmulo de sensaciones que se agolpan en su psique a través de las palabras, regalando a la humanidad un (in)cómodo folleto narrativo de instrucciones ante el amor. No ante un amor cualquiera, vacuo, fugaz y hasta prescindible, sino ante el primer amor, aquel que nos ahoga tanto como estimula, en una esquizofrénica plenitud emocional que, probablemente, nunca más tendremos ocasión de sufrir.


Y empleo el verbo sufrir con plena consciencia de arremeter contra los establecido emocionalmente, lo bien visto desde el cómodo sofá de los románticos empedernidos, pues como bien demuestra Giacomo Leopardi en este Diario del primer amor, el amor lleva siempre aparejado, asido de la mano con tanta fuerza que desprende el rastro de la sangre que corre despavorida por las venas del amante, el sufrimiento. Si se ama se sufre y si se sufre se ama. En este caso el orden de los factores si altera el producto final de la ecuación (que no educación) sentimental.


Una ecuación que Leopardi, erigido aquí en maestro instigador de la temprana madurez, describe como «el mismo estremecimiento y tormento que cuando se toca y palpa una parte del cuerpo muy dolorida, y a menudo tengo rabia y náuseas». El resultado para el lector es tan dulce como pernicioso, ebria sensación que sólo se experimenta al recorrer los párrafos de aquellos libros que, como la vida, deben ser bebidos a sorbos, saboreados palabra tras palabra, pues su asimilación abrupta e irreflexiva impedirá disfrutar de la más grande historia de amor jamás contada. La que sólo tú, lector impenitente, protagonizas cotidianamente. Es el regalo de Giacomo Leopardi, el primer amor elevado a la máxima potencia emocional.


El paquete, cuidadosamente embalado en una impecable edición, se completa con los Recuerdos de infancia y adolescencia de Leopardi, prueba irrefutable de que la excelencia alcanzada por este malogrado (murió en plena juventud, a los 38 años) autor italiano provocará efluvios de envidia en el que, tras leerlo, pretenda enfrentarse a la página en blanco. A la periodista también le pasó».

lunes, 18 de mayo de 2009

Overbeck en QWERTY

Ricard Ruiz habló de La vida arrebata de Friedrich Nietzsche de Franz Overbeck en Qwerty, Barcelona TV.

I.A.