Si Olivier Adam comienza este libro de relatos con una frase del músico francés Dominique A («Y decir que ni siquiera habremos pasado el invierno»), a nadie le hubiera extrañado que el padre del llamado realismo sucio, Raymond Carver, hubiera dado comienzo a sus «Tres rosas amarillas» con un extracto sacado de alguna canción del «Big Time » Tom Waits.
Y es que a este francés nacido en la periferia de París en 1974 y que debuta en España con «Pasar el Invierno» (Errata naturae) alguno se atreve a compararlo con el autor que (entonces, ahora y siempre) deja sin aliento a aquél que se acerca a la dolorosamente bella lectura de «Tres rosas amarillas».
El sabio refranero español dice que las comparaciones son odiosas, pero poco tiene que objetar el joven Olivier ante semejante piropo. Un halago que le sitúa en la primera división literaria de las letras francesas, donde obtuvo el Premio Goncourt de Relato en 2004.
Cuatro años después de su publicación en tierras galas «Pasar el invierno» aterriza en nuestro país de la mano de una colección muy especial de la editorial Errata Naturae. La Oveja Vegetal es el expresivo nombre al que responde el conjunto de novelas que evoca la literatura como «nuestra legendaria realidad: la imprescindible capacidad humana para fabular lo real». Y fabular su propia realidad es lo que Olivier Adam hace con magistral soltura a lo largo de nueve intensos relatos con un denominador común: todos transcurren en una noche invernal.
La soledad de las noches de invierno
Nueve largas noches de invierno protagonizadas por hombres y mujeres pero, sobre todo, por la soledad. La inmensa soledad que preside las vidas de cuantos se aferran a la invención de la cotidianidad para evitar caer al abismo de su propio precipicio. Cegados por el dolor y anestesiados por las drogas (como buen hacedor del realismo sucio, los personajes de Adam emplean con acostumbrada frecuencia las sustancias más nocivas y calmantes para el corazón humano), los protagonistas se van dejando vivir aferrados (casi enganchados) a su propio sufrimiento.
Con constantes referencias al más urbano de los contextos (el cineasta Maurice Pialat, Fatboy Slim o The Chemical Brothers hacen virtuales cameos en alguno de los relatos), Olivier Adam se desenvuelve con avidez y soltura en el terreno más escabroso de la exsitencia humana. Desciende a los suburbios de las relaciones personales entre padres e hijos, empleados y jefes, parejas, amigos, desconocidos... y de ese descenso consigue sacar una extraña belleza. La misma que desprende la realidad cuando se observa de cerca, sin filtros expiatorios.
Si bien en el libro de Raymond Carver el último de los relatos daba nombre a la novela, «Tres Rosas Amarillas», en el caso de Olivier Adam «Pasar el invierno» no responde al título de ninguna de las historias en concreto pero está presente en todas de forma global. Pasar el invierno, afrontar el cambio de estación, sobreponerse al dolor de la pérdida, asumir el fracaso como parte del trato de estar vivo, mirar hacia adelante cuando el pasado te persigue, disipar el miedo experimentando cada nueva sensación... Todos ellos ingredientes del debut en castellano de un autor al que, definitivamente, veremos en primavera.
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