lunes, 22 de diciembre de 2008

La crisis

Hace un par de semanas me llamó Enrique, un viejo amigo de la familia, para contarme que lo ponían en la puta calle. La imprenta para la que ha trabajado los últimos veintisiete años de su vida acaba de suspender pagos. Tras varios intentos de llegar a acuerdos con los acreedores, la imprenta se ha visto obligada, me dice Enrique que le dice su jefe, a llevar a cabo una liquidación parcial de los activos de la sociedad y a abrir un expediente de regulación de empleo. Enrique, buen lector de Epicteto y Errico Malatesta, me cuenta sin alteración alguna que no piensa ni siquiera esperar a que un juez le otorgue una indemnización: cuando pasen las navidades se irá a vivir a la Polinesia Francesa, donde unos amigos de Toulouse acaban de comprar una isla -sí, eso es, no me pregunten cómo- para fundar la SAFPS: Sociedad de Artistas Fracasados del Pacífico Sur. Creo que ha llegado el momento, me dice Enrique para finalizar nuestra conversación, de hacer un último trabajo nocturno en la imprenta. Vente esta tarde a casa y preparamos el operativo.

Enrique y algunos otros afectados por el cierre se ocuparon de la impresión y el doblado y yo localice el edificio. Entre todos desplegamos esta inmensa reproducción de la portada de El destripador de Robert Desnos que pudo verse en pleno centro de la ciudad durante varias  horas.

R.H.


jueves, 18 de diciembre de 2008

Hércules, señora de la casa



Desde ayer me dedico a la corrección del libro de Michel Onfray, La escultura de sí, próxima novedad de la editorial. Aunque las labores del corrector suelen ser arduas y ofrecer pocas recompensas, en esta ocasión las horas pasan volando y el trabajo no se distingue de los placeres del juego. Las razones son dos y bastante obvias: la excelencia del texto de Onfray y la cuidadísima y elegante traducción de Irene. En el último pasaje que he leído hoy, Onfray habla de la tarea faústica de la construcción de uno mismo a través de la figura de Hércules, en la cual se resumen las destrezas más audaces y la capacidad inefable para hacer de la mera energía una potencia genésica. Me dejo seducir por una frase que transcribo inmediatamente en mi libreta de notas y citas: dice Onfray hablando del héroe griego que

 

“cada vez que derrama sangre, obtiene mujeres: singular destino, bendita época”.

 

Qué duda cabe (y ruego a las feministas, si las hubiera, que sepan leer en perspectiva). A continuación el autor repasa las proezas míticas que hacen de este personaje una metáfora de la fuerza, de la energía, del valor, del heroísmo, de la vitalidad, del dominio y de la afirmación de sí, pero recuerda que, además, Hércules poseía una naturaleza fuertemente hedonista: más allá  de ser, como antes decía, un gran consumidor de mujeres, no hacía ascos a vinos, platos y festejos. Sólido defensor de una ética de los placeres, Onfray nos recuerda, sin embargo y con sensatez, que

 

“la libido es antojadiza. Conduce a comarcas de las que se vuelve despeinado, desgreñado y sin aliento. En el mejor de los casos. En el peor nos lleva a prisiones doradas, paraísos ficticios e ilusiones tenaces. O incluso al ridículo”.

 

Y ni siquiera Hércules, aquél que fue capaz de domar a un toro blanco que se había vuelto loco y de robarle el cinturón a la reina de las amazonas, escapa a este peligro, lo que redobla la simpatía de Onfray por el héroe. La historia es impagable:

 

“Hércules ganó una competición de tiro con arco contra el rey Euritos, que había prometido su hija al vencedor y que no mantuvo su palabra. Esto enfadó a  nuestro arquero con poca correilla. Expeditivo, un poco impulsivo, es cierto, simplemente mató al hijo del rey. Lo que no arregló sus asuntos porque, a modo de castigo, de expiación, tuvo que lavar su crimen convirtiéndose en esclavo de Onfalia. Hay que imaginar a Hércules al pie de la rueca de la hilandera que, según una leyenda romana, hallaba un placer perverso en vestirlo de mujer, a él, vencedor de las más duras pruebas, mientras que ella se ponía la ropa del semidiós y enarbolaba su clava. He aquí cómo se comienza una carrera de héroe para terminar la existencia como un amo de casa. De nuevo: destino emblemático de los obstáculos y las trampas que se encuentran en el camino de quien ha optado por el heroísmo y tropieza con la mediocridad. Historia sin palabras de las biografías de todos nosotros…”

 

Ni siquiera Hércules, por tanto, fue capaz de sortear los límites de la Necesidad y los enviscamiento del Destino. Sin embargo, y por eso es un héroe y un ejemplo, consiguió abandonar los pies de la hilandera, volvió a combatir contra gigantes, atacó Esparta y volvió a casarse y a follar como si con cada gemido se le pudiera escapar para siempre el Thymós vivificador.

R.H.

 

 

domingo, 14 de diciembre de 2008

Soy un payaso y colecciono momentos

Anteayer, por un azar que superpuso una fiesta de cumpleaños y un olvido de llaves, María se quedó a dormir en casa. El sábado por la mañana, como de costumbre, fui a comprar los periódicos y los croissants para el desayuno y María, Raquel y yo celebramos uno de los desayunos más largos del año. Primero café, luego té, napolitanas de crema, lectura compartida de suplementos, palmeritas de azúcar, más café y más té, el trabajo de unas y de otras, el libro de El Destripador que Errata acaba de publicar y las revistas en las que se ha reseñado, direcciones de Internet, música… y tanta risa y tanta complicidad.




Mientras nos reíamos, no pude evitar acordarme de esta frase de Opiniones de un payaso, de Heinrich Böll: «Ich fand es furchtbar und großartig, diesen Alltag, mit Kaffetopf und Brötchen und Maries verwaschener blauweißer Schürze über dem grünen Kleid, und mir schien, als sei nur Frauen der Alltag so selbsverständlich wie ihr Körper»*.

*No tengo la traducción castellana en casa, pero sería algo así: «Me pareció terrible y maravillosa, esta cotidianidad, con el bote del café y los panecillos y el descolorido delantal blanco azulado de Marie sobre el vestido verde, y tuve la sensación de que sólo a las mujeres la cotidianidad les resulta tan natural como su cuerpo».
I.A.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Dios-Amor-Sexo

Supongo que recuerdan aquella conocida estrategia publicitaria cuyo uso se extendió hace unos años por universidades y otros centros de esparcimiento juvenil, como por ejemplo:



¡Sexo!

Ahora que hemos llamado tu 
atención, nos gustaría anunciarte
la próxima fiesta de la JCLPC
(Jóvenes Cristianos Lectores 
de Paulo Coelho) que tendrá lugar
en nuestro local financiado por
la universidad pública el próximo
viernes 12 de diciembre.
10 euros = 2 copas  


El sábado pasado los lectores de Babelia pudieron deleitarse con un nuevo ejemplo de esta misma y distinguida táctica. El anuncio que reproduzco más abajo apareció en la página 13 del popular y desnutrido suplemento cultural, junto a la promoción del último Premio Herralde de Novela otorgado por Anagrama: 



Aplazando por el momento la discusión pendiente sobre el ingreso de María León en el canon de la novela occidental, me gustaría hacer una brevísima anotación: o bien los publicistas de Ibel (Iberoamericana de ediciones literarias) están más despistados que un pulpo en un garaje y Babelia anda realmente falto de ingresos publicitarios (ambas cosas bastante probables); o bien los publicistas de Ibel conocen su target mejor que a sus madres y el lector medio de Babelia está ya pidiendo la puntilla (ambas cosas, al menos, igualmente probables). En cualquier caso, y como le gusta citar al bueno de Silvio, sensato consigliere de Tony Soprano, no se olviden: nothing personaljust business.

R.H.